lunes, 17 de noviembre de 2008

El Espíritu Santo en Jesucristo




La vida del maestro, estuvo saturada de la interacción del Espíritu divino. Encontramos en todas los grandes eventos de la vida y ministerio de Cristo, la oportuna participación del Espíritu, por lo que mencionaremos los más importantes.

1. La Concepción de Jesucristo: (Gestación y nacimiento). Mateo 1:20.
El Espíritu Santo estuvo presente en la concepción sobrenatural de Jesús. Para lo cual manifestó su poder sobre una virgen en Belén, de nombre María. Dios estaba consciente que la muerte y la corrupción habían entrado a la humanidad, tras la desobediencia de Adán y Eva. Esta “muerte espiritual” es transmitida de generación en generación en cada hijo al nacer, por tanto, el “Libertador” o “Salvador” de la raza humana caída, no debía ser concebido en forma natural de la unión entre un hombre y una mujer. Por lo cual, Cristo fue concebido en el útero de María por voluntad excepcional de Dios, y el resultado es el nacimiento del “Dios-Hombre”. No contaminado, exento de la herencia del pecado de la humanidad. En su doble naturaleza era tan Dios como el Padre y tan frágil y dependiente del Espíritu Santo, para llevar a cabo su ministerio como cualquier hombre.

Al ser concebido por el Espíritu Santo: Jesucristo llevaría títulos y nombres que sólo a él se le podían otorgar, tales como: Hijo de Dios, Salvador, Mesías, y otros. Isaías se refiere a este niño con los títulos: Admirable, Consejero, Padre Eterno, Dios Fuerte, Príncipe de Paz.

El resultado de este milagro divino se reflejó en su perfección moral y espiritual, su consagración absoluta y el conocimiento interior ininterrumpido de la paternidad de Dios.

2. El Bautismo de Jesucristo: Mt. 3:16; Mr. 1:10.

Jesucristo, a los treinta años, de acuerdo a la edad requerida en la ley mosaica para comenzar a ministrar como sacerdote en el templo. Fue al río Jordán para encontrarse con su primo Juan “el Bautista”, hijo del sacerdote Zacarías y Elizabeth, para ser bautizado en las corrientes aguas de este conocido río. A fin de cumplir con toda ordenanza y justicia, marcando un indeleble ejemplo a los que habrían de venir a la fe del santo evangelio.

“Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: tú eres mi hijo amado: en ti tengo complacencia”. Lc. 3:22.

Notamos como la gloria divina del Padre se hizo presente en el cielo oyéndose también su tronante voz, mientras el Espíritu Santo descendía a Cristo dando inicio formal de su ministerio público.

3. El Ministerio de Jesucristo.

Después de esta investidura espiritual, Jesús fue impulsado por el Espíritu al desierto Mr. 1:2, donde se preparó para su ministerio orando, ayunando y manteniendo una profunda comunión con su Padre por espacio de cuarenta días. Tras este tiempo de preparación espiritual vino el enemigo para tentarlo, aunque no tuvo ningún éxito en su intento pues Jesús fue superior en todo.

Podemos ver en este episodio de la tentación en el desierto, el carácter de Jesús, exento de todo egoísmo, vanidad y mundanalidad mostrando gloriosamente el fruto del Espíritu Santo en él.

Llevó a cabo su gran ministerio de salvación plenamente convencido de que el Espíritu de Dios estaba sobre él para cumplir su cometido mesiánico. Lc. 4:18; Is. 61:1-3.

4. La Crucifixión de Jesucristo. Juan 19:17-37

El Espíritu Santo quien le había acompañado desde antes de su encarnación permanecía junto a él aún en el momento de la crucifixión. “Por el Espíritu Eterno, se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios”. Heb. 9:14.

Por medio de la cruz Jesús restaura el vínculo que debe existir entre el hombre y Dios, se remedia el enajenamiento adoptado voluntariamente por el hombre hacia la vida espiritual, y vence al diablo. “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” Ro. 5:10. “Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo” Ef. 2:13 (traducción del autor).

5. La resurrección de Jesucristo. Juan 20:1-10

Tras yacer muerto en la fría y pétrea tumba por tres días, Cristo vuelve a la vida gracias al poder del Espíritu Santo, quien actúa como el “agente vivificante” de parte del Padre. “Luz resplandeció en la oscuridad de la cueva, resucitando la única esperanza para el mundo”. El poder del Espíritu, le permitió a Cristo volver a abrir sus ojos y le transformó físicamente, dándole la capacidad de traspasar los lienzos, los muros de roca y todo objeto sólido; además aparecer y desaparecer a voluntad.

Jesús es el primogénito de la resurrección, indicando que todo aquel que fallezca, siendo salvo en la fe en Cristo, un día resucitará junto con todos los santos para heredar la vida eterna Ro. 6:3, “Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” Col. 1:18.

La resurrección de Cristo tiene varios significados, alguno de ellos son:

- Significa que Cristo es todo lo que aseguró ser: el Salvador y Señor, el Hijo de Dios. Ro. 1:4.

- Que el Padre había aceptado la obra expiatoria de Cristo en la cruz. Ro. 4:25; 1 Co. 15:17. La resurrección es el sello de la aprobación y victoria en la obra salvadora.

- Significa que habrá una resurrección de los creyentes. 1 Co. 15:20-23.
- Hay poder en Dios para la vida y servicio cristiano.

“Aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, la cual obró en Cristo resucitándole de los muertos...” Ef. 1:19-22.

6. El Espíritu Santo en la Ascensión de Jesucristo. Hch. 1:9-11; Lc. 24:51.

Jesús frente a aquellos sorprendidos galileos, asciende a los cielos para tomar su lugar junto al Padre. Mientras esto acontece, comienza un nuevo rol del Espíritu Santo y es el de convertirse en el Espíritu de Cristo, en el sentido de ser impartido a otros en el nombre de Cristo. “Así que exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen” Hch. 2:33.

La ascensión de Jesucristo aporta las siguientes verdades:

- Cristo fue exaltado a la derecha de Dios el Padre. Ef. 1:20; Heb. 10:21; 1 Pedro 3:22. Jesús es la cabeza de la iglesia y tiene dominio sobre todos los principados en el cielo y en la tierra. Él es nuestro intercesor o mediador ante el Padre.

- Subió al cielo para preparar un lugar para su pueblo. Heb. 9:21-24; Jn. 14:2.
- Jesús ascendió para ser nuestro Sumo Sacerdote Divino. Ro. 8:34.
- Subió al cielo para derramar de su Espíritu sobre la iglesia. Jn. 16:7; Hch. 2:33.

La ascensión de Jesucristo es notoriamente uno de los hechos más maravillosos en la vida del Salvador, y su retorno en la segunda venida será revestida de mayor gloria con la que subió a los cielos.