martes, 18 de noviembre de 2008

Símbolos del Espíritu Santo













La Paloma: El Espíritu es simbolizado en la Biblia como una paloma, por ejemplo en el bautismo de Jesús en el Jordán, “... y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”. Mateo 3:16.

Hasta hoy la paloma es símbolo de paz y pureza, y generalmente la relacionamos de color blanco que añade fuerza al mismo significado. El Espíritu es puro y santo, como la “paloma celestial”. Podemos ver que el libro de Cantar de los Cantares menciona la paloma al referirse a la belleza y dulzura de su amada. Cnt. 1:15; 2:14; 5:12. Si bien es cierto la paloma tiene un simbolismo único con el Espíritu divino podemos encontrar estudiando a la paloma, un rico material de aplicaciones que puede ser usado para ilustrar algunas verdades acerca del Espíritu, por ejemplo:

La Paloma vuela con la mirada fija hacia un solo lugar al que apunta como su objetivo principal, sin desperdiciar atención ni energías en los múltiples detalles que la rodean, así también el Espíritu guía al creyente a fijar su mirada en Cristo Jesús y no caminar de acuerdo a las cambiantes circunstancias del momento.

La Paloma no tiene hiel, órgano que extrae el veneno de los alimentos y que en la Sagradas escrituras es símbolo de la amargura, por tanto podemos aplicar esta verdad que el Espíritu no trae amargura a los que lo reciben, ni guarda raíces de amargura en su corazón, tampoco debemos guardarla nosotros.


El Aceite: Al igual que el aceite, el Espíritu Santo ilumina, nutre y fortalece. En el Antiguo Testamento el aceite fue usado en la preparación de la santa unción, teniendo una fórmula especial dada por Dios la que combinaba el aceite con otros elementos aromáticos, tales como: mirra, canela aromática, cálamo aromático, y casia Ex.30:23-25. Se aplicaba para ungir a los sacerdotes como fue el caso de Aarón y sus hijos Ex. 30:30; Lev. 8:12 y también a los reyes como por ejemplo Saúl y David entre otros. En el tabernáculo era usado como combustible para las lámparas del candelabro de oro. Ex. 35:14.

Dicho óleo fue usado para la iluminación por diversas culturas, igualmente el Espíritu ilumina por su Palabra las vidas de millones de creyentes en todo el mundo.

Consideraremos algunas aplicaciones:

El aceite es usado en las comidas para complementar su sabor y valor nutritivo, asimismo el cristiano se fortalece y nutre con la presencia del Espíritu en su vida.

El aceite es usado además para ungir o limpiar las heridas, bueno el Espíritu es salud y vida tanto espiritual como física al cristiano. Heb. 8:9.

El aceite fresco es oloroso y fragante, mas al pasar el tiempo se va descomponiendo, y aun más se desvanece. Realidad que nos ilustra la constante necesidad de renovarse en el Espíritu Santo y ser lleno de él diariamente, para no decaer en la vida espiritual.

El Fuego: El fuego, fue usado durante siglos en la presentación de holocaustos y ofrendas a Dios. Gn. 8:20-21, en ocasiones el fuego de Jehová caía consumiendo el holocausto completamente Lev. 9:24; 2 Cr. 7:1. Vemos en el pasaje del libro de los Reyes en que el profeta Elías enfrenta valientemente a la multitud de profetas de Baal, en un reto en que el verdadero Dios debía hacer descender fuego del cielo y consumir el holocausto. Tras la breve oración de Elías Jehová respondió haciendo llover fuego sobre el holocausto en testimonio de su divinidad, poder y juicio sobre los idólatras y apóstatas. Consumiendo el animal, la leña, las piedras, el polvo, y aun el agua que había en la zanja, 1 Reyes 18.

Comúnmente el fuego simboliza la presencia del Señor que purifica, libera o consume Ex. 14:19-24; Núm. 11:1-3; Ex- 3:2; 19:18. Además la Biblia lo presenta como un símbolo del Espíritu Santo: “... Y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos” Hechos 2:3. Así como el fuego tiene la capacidad de calentar líquidos o quemar totalmente elementos sólidos, igualmente la presencia del Espíritu de Dios consume el pecado, purificando y liberando a la persona de las escorias espirituales.

El Viento: El viento simboliza las operaciones misteriosas del Espíritu Santo y su labor regeneradora. En el libro de los Hechos, en el capítulo segundo se nos indica que repentinamente vino del cielo un estruendo como de un “viento recio” que soplaba, llenando la habitación en la cual estaban los 120 discípulos reunidos; en ese momento el invisible y poderoso toque del Espíritu divino los bautizó, y comenzaron a glorificar y testificar las maravillas de Dios, Hechos 2:1-13.

“No resulta difícil relacionar este tremendo ventarrón con el Espíritu, pues el Antiguo Testamento abunda en ejemplos de este simbolismo. La raíz gramatical para los vocablos viento y espíritu, tanto en el hebreo (Antiguo Testamento) y griego (Nuevo Testamento:) es la misma.”

Jesucristo comparó la acción del viento, con el Espíritu, diciendo: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” . Juan 3:8.

El Agua: Jesucristo simbolizó al Espíritu relacionándolo con el agua y con fuente de agua viva “Mas el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:14.


El agua viene al individuo por creer en Cristo “... el que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, por que Jesús aún no había sido glorificado.” Juan 7:38-39. Al igual que el agua, el Espíritu lava y purifica, inunda y produce vida, bautiza y renueva.

El Sello: Simboliza propiedad o dominio divino sobre sus hijos. También su seguridad protectora “... En él también nosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y habiendo creído en él fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” Ef. 1:13. La presencia del Espíritu divino en nuestras vidas en una garantía de que somos salvos y que además somos propiedad legítima de Dios. Si él está en nosotros podemos vivir seguros y confiados, descansar en Dios, ya que no hay ninguna fuerza adversa que nos pueda arrebatar de sus poderosas manos.

Las Arras: Arras o “anticipo” de la herencia divina alcanzada en la redención de hombre en Cristo “... que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” Ef. 1:14.

El Espíritu Santo manifiesta en nuestras vidas el gozo, la santidad y la gloria, que los creyentes recibiremos plenamente en la vida eterna, nos anticipa una muestra de las ricas bendiciones que conciernen servir a un Dios bondadoso.

Nos dice la palabra de Dios que para los que han creído en él están preparados gloriosos dones tales como las bodas del cordero “... y el ángel me dijo: Escribe Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del cordero” Ap. 19:19a. Además en la segunda venida, Cristo descenderá con sus santos y reinará en la tierra por mil años. Ap. 14; 20:4 Ap. 19:19a. Además en la segunda venida, Cristo descenderá con sus santos, y reinará en la tierra por mil años. Ap. 14:20